El desarrollo organizacional ha sido desde siempre un factor trascendental en la evolución de las empresas.
En la actualidad los grandes corporativos han comenzado a entender que trabajar con “mente de obra” es mucho más redituable y productivo que simplemente tener “mano de obra”, han aprendido que escuchar al elemento más importante de su empresa – el trabajador – ha pagado con creces su incremento en la productividad y efectividad empresarial.
El elemento clave siempre ha sido aquel que se entrega dentro de las paredes de las organizaciones, aquel que pasa 10 ó 12 horas frente a una computadora o línea de productiva, este elemento es la bujía en la consecución de objetivos estratégicos y en la mayoría de los casos, el menos valorado, aquel que generalmente ha sido llamado “trabajador tradicional” y que en realidad se ha constituido como todo un colaborador organizacional. Así es como prefiero llamarlo yo.
Este colaborador organizacional, hasta hace muy poco comenzó su verdadera revalorización dentro del entorno tan competitivo que viven las empresas y es precisamente gracias a él que una organización subsiste, ¿cómo es esto posible? En realidad, la respuesta es obvia, él es la sangre de la empresa, es quien hace que esta se mueva, florezca…facture.
Cuando logra brincar la barrera del conformismo y descubre que su función es factor de cambio, encuentra un sentido laboral que lo lleva a replantearse sus objetivos personales y los alinea con los de la organización, es ahí donde se entrega de una manera completa y se constituye como modelo a seguir, aquel que conoce la misión no tan solo como un enunciado pegado en la pared si no como una razón “real” de ser y actuar y que vive acorde a los valores que su empresa profesa.
Interesante ¿verdad? Quizá la pregunta obligada sería si este colaborador existe, si es posible tenerlo o es tan solo el producto de la imaginación de aquellos conferencistas que abarrotan los salones de congresos para exponer sus más recientes teorías en la administración moderna del personal.
En mis más de 20 años de experiencia asesorando organizaciones me he topado con muchísimos de ellos y he podido constatar que existen, que están ahí y esperan a veces las mejores condiciones para despertar.
Y para que esto ocurra es menester que la empresa este preparada, debe crear las condiciones necesarias para que el colaborador organizacional “despierte” de ese letargo que implica el mínimo esfuerzo y potencialice todas sus capacidades. Ahí es donde el director, dueño, gerente o cualquiera que su puesto o nombre sea, obligatoriamente deba construir un escenario ideal de desarrollo, comprender a aquellos con los que trabaja y brincar de una administración basada en un liderazgo directivo-paternalista a un ejercicio más abierto frontal y de verdadero facultamiento.
Sin embargo y en la mayoría de los casos, esto es prácticamente inexistente, si bien son las grandes corporaciones las que han decidido invertir en el desarrollo del capital humano, es el pequeño empresario quien tendría la mayor ventaja para poder hacerlo, el empresario que aun conoce el nombre de cada uno de sus colaboradores, que conoce y entiende sus procesos productivos y que empero, aún sigue presentando rezagos de décadas de mal trato hacia el factor humano, una despreocupación total por su capacitación y sus necesidades de pertenencia, siendo por el contrario un fuerte generador de la desconfianza, la imposición de la autoridad y el orden del miedo.
Hay que cambiar es cierto, pero hay que cambiar desde aquellos que aún dirigen a la organización de esta manera y no han comprendido la necesidad de adaptarse al crecimiento de las organizaciones que aprenden por cuenta propia.
Señor empresario la pregunta es muy sencilla ¿Que tipo de gente engrosa su nomina? ¿Que tipo de gente es la que le gustaría tener? Pero sobre todo ¿qué tipo de líder es usted? Recuerde aquel viejo adagio que asegura: - tenemos justo lo que nos merecemos - y si lo que tiene no es lo que quiere, es tiempo de que haga un ejercicio autocrítico de sus habilidades directivas y tome cartas en el asunto, antes de que sea el transcurso natural del desarrollo y el cambio quien lo haga por usted.
David Aarón Cárdenas es asesor y consultor de organizaciones, experto en desarrollo humano.
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